una claridad de estacionamiento,
una risa de terciopelo amarillo,
un estar de león hambriento,
un vibrar de flor en celo:
Toda esa pluma triste de ciudad teje un sentido para vivir,
somete los cuerpos,
a la contención y al deseo;
(cuerpos condenados a regurgitar sus diamantes).
Toda esa belleza azul, ese vidrio molido de lo cotidiano.
Adentro algo ruge como tigre vivo, o como cascabeles en la cima del corazón,
y bla bla bla.
Despertemos el refugio atómico.
Una cantidad inmensa de florcitas pequeñas en el centro interno exacto,
el aire necesario,
campanitas a los costados del silencio.
Yo no vine acá para preguntarme quién soy:
estoy en el mundo y soy potencia viva,
respiro y me humedezco,
me debilito y me fortalezco.
Yo vine a romper el aire con un grito de estrellas.
No importa si nadie sabe mi nombre, no estoy orgullosa de ser humana.
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