lunes, 25 de agosto de 2014



llevás tu dios portable
a la hora del vacío
bebiéndote el fuego de los ojos de tus congéneres,
la luz del silencio que creás con la potencia de tus auriculares invisibles.
Te atragantás de vida con la fisura que generás en el tiempo
cuando malgastás minutos
contemplando universos desde el banco de la plaza

demasiado jóvenes para despertar sabiendo cómo va a ser el día


llevás tu pequeño dios digital, tu dios de bolsillo,
el sonido de tu risa hace brotar fantasmas de la tierra
que trepan por los árboles y luego saltan
y caen lentamente haciéndote cosquillas

demasiado incompletos para amar sin medida las cotidianas parcialidades

la casa caliente en la tempestad,
tu cara brillando en el medio de la noche y la llovizna
brotan los peces y el sol, salen del agua,
compiten por su luz



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