Una guerra sin blancos de ataque ni guaridas.
Un holocausto silencioso nos arrulla desde afuera, aún nos mantiene dormidos, encerrados detrás de nuestros propios ojos.
No deja que aflore en la mirada todo eso a lo que tememos
sin verdaderas razones, sin propias razones.
Pero hay semillas que comienzan a brotar, una revolución también
silenciosa y muy profunda.
Cuando cada fragmento de mi sea destruido despertaré siendo
desierto pleno, sin sombras.
Y todo lo ocurrido,
cada imagen, cada pensamiento, cada deseo habrán sido sólo un espejismo.
Ya no habrá otra manera de vivir que a través del amor.