Veo una nube justo encima de los ojos de él, su mirada se ensombrece cuando su mente se cierra al amor y, aunque los cuerpos entiendan lo que sucede, ese amor biológicamente sagrado, aunque su corazón lata a mil porque lo estoy abrazando, su razón lo esclaviza; él creyendo que está siendo egoísta, no se da cuenta que su egoísmo lo perjudica antes que a nadie a sí mismo.
Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas, ni el delirio y su espuma profética, ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan. Más allá de nosotros, en las fronteras del ser y el estar, una vida más vida nos reclama. Octavio Paz
viernes, 30 de diciembre de 2016
Veo tantos espíritus en ese vientito que le pasa por los pelos y mueve las hojas del arbusto que ella observa en quietud, mi gatita indudablemente es una con lo que sucede.
Veo una nube justo encima de los ojos de él, su mirada se ensombrece cuando su mente se cierra al amor y, aunque los cuerpos entiendan lo que sucede, ese amor biológicamente sagrado, aunque su corazón lata a mil porque lo estoy abrazando, su razón lo esclaviza; él creyendo que está siendo egoísta, no se da cuenta que su egoísmo lo perjudica antes que a nadie a sí mismo.
Veo una nube justo encima de los ojos de él, su mirada se ensombrece cuando su mente se cierra al amor y, aunque los cuerpos entiendan lo que sucede, ese amor biológicamente sagrado, aunque su corazón lata a mil porque lo estoy abrazando, su razón lo esclaviza; él creyendo que está siendo egoísta, no se da cuenta que su egoísmo lo perjudica antes que a nadie a sí mismo.
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