alimenta tus origenes con mineralizada saliva
empuja la hamaca del tiempo y te impulsa
devolviéndote los pies,
la fuerza de los músculos.
Los ojos que una vez te iluminaron con sabiduría
echan luz sobre las marcas con renovado dolor,
bendito dolor.
Remojando la llagas
las manos son recreadas.
La temperatura de tu cuerpo interno rima con el sol
-siempre listo para el ascenso-
tan bien te entendí y tan lejos estábamos