"…una cosa difícil de definir,
salvo como una náusea física de la vida."
Barón de Teive (heterónimo de Pessoa)
De la interacción constante de la nada con su propia ineficacia cósmica nacen los cálculos. Algunos los resuelven, y tiran la botella al mar. Yo también lo hice una vez, claro que sí! La nota decía algo así como un mensaje de aliento, sobre la magia de la vida. No recuerdo exacto las palabras que usé. Es como ahora...cuando me pregunto qué será lo que mantiene tan despierta la piel de los niños: sé exacto la respuesta, pero no puedo decirla, tampoco tocarla con mi sensación...-que triste-
Nunca hasta ahora me pregunté sobre el destino de esa botella, en fin...¿qué diferencia puede haber en cuanto a que la haya tomado tal o cual persona? ¿ qué diferencia hace si alguien la encontró? Uno suelta palabras al mar...todo decir es un soltar palabras al mar. No digo que no cuente, todo lo contrario: digo que la ineficacia cósmica propia de la nada que es la esencia misma de la existencia es
un espejo
en el que chocan todas esas palabras y vuelven o,
mejor, que es un monstruo mutante devorador que se traga las palabras para luego vomitartelas encima,
para el caso da igual: no importa a quién le hables.
En verdad, decir esto también es un ERROR (error: esencia de todas las cosas que habitan y son habitadas por la nada, debido a la ineficacia cósmica inherente a la misma), porque no son las palabras y no es lo que digas, sino todo lo que está detrás de eso.
Muy hacia atrás, antes de tu nacimiento, antes de ser un pensamiento en la mente de tu madre.
Milenios y milenios hacia atrás, desde el comienzo del lenguaje hasta tu última, ultimísima y, en apariencia, pequeña e inofensiva INTENSIÓN. Esa intensión que toca el futuro con sus finísmos y plateados tentáculos, se convierte en palabras dichas o pensadas, que pasan a ser comida del monstruo devorador (o “la cosa”, como gustan llamarlo algunos) que luego te las vomita encima (de nuevo: no son palabras, es todo lo que se esconde dentro y detrás) transformadas en otra cosa, en una cosa nueva pero con restos de lo anterior. Magestuoso vómito.
Y así, en un espiral infinito y dinámico de regurgitaciones invisibles -pero muy palpables- se va formando el destino: las experiencias que nos esperan y, sobre todo, la que estamos viviendo JUSTO AHORA.