Quizás lamento que sea quizás tu presencia eso que siento grande y puro irradiando algo que podría ser comprensión compasión ternura o yo no sé qué. Pero entra una brisa fresca y esas palabras que dije hace un rato y se fueron dibujando se vuelan. No sé hasta qué punto o hasta cuándo tu peculiar inmadurez puede resultar hermosa, y te pensás que me importa? Y sé que mi vida también es un desastre desde varios puntos de vista, sobre todo desde el mío. Y te pensás que me importa? Si siempre, yo creo, fue eso lo que nos salvó de tanto, tantas veces. Ese defender esa manera del amor que sólo vos y yo podemos entender. Ese hilo invisible, irrompible y sutil, pero tan tocable, tan tuyo, tan mío. Y no digo nuestro porque obviamente no lo es, porque sería una locura decir eso. Y yo no estoy loca. No te confundas. Yo sólo quiero poder hablarte, hablarte de manera impersonal de eso tan personal que quizás crees que nadie entiende, o que nadie tiene o que nadie espera. Yo sí. Yo vengo acá, sin poder aguantar estas ganas tan mías de escribirte que vos conoces bien, para decirte que yo sí. Para decirte que estoy acá, con toda la valentía y la cobardía que no puedo evitar y que lo digo a los cuatro vientos. Para decirte que no me olvido de nada. No me olvido, no sé de qué, pero no-me-olvido. Y que sos excepcional. Y te pongo los sinónimos que me aparecen que son geniales: original, raro, extravagante, nuevo, único.